¿Fin?
Decir que éste año se transformó en algo caótico es darle mayor importancia de lo que realmente se convirtió: el final y el principio. Como en todas las cosas, el círculo se completa, las labores se cumplen y se dejan manchas de sangre atrás en ese extraño proceso que llamamos "crecer". Curioso por lo demás. Nos forzamos a ver el mundo desde un metro setenta y cinco de estatura, cuando tenemos miedo de hacerlo.
Trevor Dunn deleita los oidos con una apología a Kundera. Disonancia, exclamación, virtuosismo con pelotas... eso desfila en su entrega 2004. Un maraña de sensaciones inconexas, de sentimientos encontrados, de estilos opuestos, que al final te aturde y no te deja hasta que la pregunta prohibida surge para pedir una explicación concreta de lo vivido.
Esos sentimeintos resuenan en mi cabeza. Una semana que dejó todo lo construido... pero una semana en que no añore la visita permanente, el sabor infernal o el simple recoveco de los días soñolientos. Acá todo se hace más rápido, más avallasador. ¿El concreto se comió al hombre? Posiblemente, dicen las viejas vigas abandonadas a su suerte, en medio de la nada.
El bajista continúa transmitiendo en onda corta. Su ínfula esquizofrénica se ve bien acomañada por la guitarrista Mary Halvorson y el batero Ches Smith. Un vendaval del más potente (o asqueante para los puristas) free-jazz deambula por los oídos, desafiando la lógica de la improvisación pura y conectándose con el hardcore-metal más extremo que este servidor haya escuchado en discos de estas características. Va, a modo de ver de este honorable, más allá de lo que propuso Zorn con su aclamado "Naked City".
El naranjo se hace presente en estos días con mucha facilidad. Busca aquietar las aguas, dominar a los sentidos, hacer frente a la vorágine de estos días en que todo muere y nace al mismo tiempo. Curioso. aparentemente, el viento aún tiene una última palabara antes de dejar estas asquientas tierras.
PD: A todos aquellos que, en cinco impresionantes años, se ganaron mi respeto y admiración a fuerza de sensaciones más que palabras vacías y hechos vagos. A tí, Carla, porque te atrevista a acompañarme en un viaje sin sentido que en estos momentos toma forma. A ustedes, mis estimados aigos nortinos, por brindarme un poco de sus glorias en un proceso de difícil olvido. Nuevamente a ti, Carla, por ser la mujer de mis días.