27 febrero, 2006

¿Quién dijo que el rock está muerto?

Un acorde... un sonido distorsoinado... un sabor a "vintage", a la actitud casi imperecedera del "do it yourself" es lo que significa que los mejores números de un triste y deslucido evento (como el ¿festival? de viña) se traduzcan en bandas de rock. Sí, del viejo y querido rock, del que se argumenta poco gancho, poca comercialización y poco aire en un país con diferentes visiones culturales.
Es cierto que los grandes carteles de la cita siguen siendo los baladistas. Nada contra ellos, pero los lloriqueos suenan mejor cuando salen del "alma" y no como fórmula de marketing... en fin, las posibilidades de que el público vea esto son mínimas y no es ofensa: por nada la mayoría de los representantes de ese género contratan a excelentes compositores y arreglistas, quienes les entregan el producto terminado para poder comercializarlo y así llevarse toda la gloría frente a enardecidas fans por todos lados.
Esperamos a Journey. Los "padres" del AOR (Adult Oriented Rock... o rock tipo radio Universo de principios de los noventas, según K). Una trayectoria de veinte años, con hits ochenteros como "Open Arms", "Send Her My Love", y discos como 'Escape' y 'Evolution' (de 1981 y 1979 respectivamente) daban la idea de retomar ese aire más rockero que, con ciertas licencias, dejó Toto y, siguiendo la tradición, habían dejado The Police, Europe y Faith No More.
Mala suerte. Se enfermó el vocalista y trajeron a Kansas, del cuál la gente sabía poco o nada. Eso está bien, pero lo impresentable era que toda la prensa alrededor de este ¿festival? tampoco sabía nada, a excepción del conocidísimo tema "Dust in the Wind". Nadie, o casi nadie, se refirió a que, por ejemplo su vocalista (quien además es el original) Steve Walsh editó su tercera placa como solista, Shadowland, el año 2005. Tampoco que su guitarrista original, Kerry Livgren, tiene su propia agrupación llamada Proto-Kaw, que este año editó su segunda placa, The Wait of the Glory.
¿Soprende el tapabocas? No mucho. De hecho, molestaban con que Sergio "Pirincho" Cárcamo era el único que se conocía las canciones... pero el problema no pasó por ello. Más bien, fue por el poco profesionalismo de los demás. ¿Resultado? Tapa boca implacable. Una demostración de cómo hacer rock en el más alto nivel (y si comparamos a Kansas con sus hermanos inglese como Yes, por ejemplo, descubriremos todo un mundo nuevo) y con una jerarquía que sólo la tienen agrupaciones que llevan ese tiempo juntos (en la mayor parte). Una ejecución perfecta, composiciones dinámicas y complejas, pero gancheras, mucho más de lo que uno podría disfrutar de este clásico del rock progresivo.
¿Qué más se puede decir de Franz Ferdinand que no se haya dicho? A estas alturas es poco. La correlación entre la potencia de sus discos y la presentación en vivo es perfecta. Un amalgama entre la furia de The Who y el sentido bailable de Happy Mondays, sin la psicodelia. Uno de los exponentes más originales del garage revival. Los escoceses cumple con su premisa de "hacer bailar a las chicas" con un poder guitarrero que, a diferencia de la complejidad del acto rocker anterior, se basa en la actitud punk para enrostrarte en la cara su cartel de "mejor banda del mundo".
¿Qué fue lo mejor, al fin y al cabo?

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Buen artículo.

Me parece, eso si, que la principal falencia del Festival de Viña está en el sonido. Podemos pasar por alto que la prensa no informe (o no esté informada) acerca de los actos que se presentan pero resulta impresentable que el show suene mal.

9:40 a. m.  
Blogger Viddeara said...

Se te murió la magia por las cyber letras amigou???. =P
O será quizás que el festival de Viña te dejó perplejo, tanto, que ya no puedes más? jejejojo.
BESO.

9:03 a. m.  

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