30 julio, 2005

Noches Heladas

De fondo, Tom Waits acompaña con sus gruñidos y aullidos propios de la gran ciudad. A lo lejos, se ven las luces rechinantes de un millón de carros, los que se alejan de golpe. Las figuras se retuercen en medio de la nada. El ambiente se enrarece más y los sentidos se retuercen, se aferran a formas menos amables que lasa normales. Sin embargo, se adolece en el oido el equilibrio.

Todo cae, se devuelve. 'On the Way (to Oklahoma)' suena en el cerebro. Los pasos son errados y torpes. Se cruzan unos con otros. La visión se pone peor. Es como si los sentidos en vez de aumentarse se perdieran de forma veloz. Se puede decir que es normal eso: los vasos, las voces, las risas... es todo un sin fin de vueltas sobre vueltas sobre vueltas y mis ganas de vomitar sobre todos.

Y quizás eso necesito: vomitar. Tirar las entrañas en la acera y dejar que algún perro se alimente de ellas. Mientras yo miro el festín en medio de la bruma...

Mientras pienso esto, no dejo de escuchar en mi mente al rock "desértico". Bien ad-hoc con el paisaje.

2 Comments:

Blogger El señor K. said...

Me dejó pa' dentro la foto del perro. Y sí, después de los vasos y las risas, en mitad de la noche. Suele suceder.

9:55 p. m.  
Blogger Kalasjnikov said...

No te conocia esa faceta literaria... Un abrazo desde Iquique aún!!!

7:50 p. m.  

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